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lunes, 27 de agosto de 2012

La reacción equivocada


Mi amiga, eterna impaciente desde que la conozco, aprovechó un momento de risa y exclamó: "¡Diana, pero si Luisita es atea!"

Soy hija única entre tres maravillosos hombres, como tal crecí muy consciente de las diferencias y similitudes de género, y sobretodo del actuar masculino (aunque no parezca). En mi ambiente familiar nunca fui mas que ellos ni menos: ello lograría, años después, indignarme con el papel femenino en algunas religiones.
He vivido toda mi vida en un pueblo chiquito, cuyo colegio representativo de monjas alemanas se consideró el mejor durante mucho tiempo. Siendo la única hija resultaba evidente que estudiara allí; y no me puedo quejar, fueron 13 años maravillosos de experiencias inolvidables y crecimiento personal, aprendí muchas cosas, las mas importantes que siento son: Las y los infantes pueden ser muy crueles, los aprendizajes mas valiosos no están en los libros y por último: lo que lees y ves no te convierte en mejor persona.
Bajo el entorno masculino y el colegio me alejé un poco de la idea de feminidad clásica (claro, no todas mis compañeras eran bettys en carne y hueso) , mis gustos eran un poco particulares, y sobretodo nunca me sentí totalmente a gusto con la religión.
Increíble (o no) : Teniendo muchas dudas hice la primera comunión, pensé volverme monja e hice la confirmación. El momento de incertidumbre (Y mas si es en la adolescencia) es el mas vunerable y bello que ha de existir: El caracter se forja cuando empezamos a elegir en que senda tenebrosa andar. Pues bien, tras mucho leer y averiguar sentí que mi camino era el ateísmo, y debo agradecerle a los que sabían que nunca me juzgaron, y a las hermanas cercanas que me respetaron.
Como escribí en un post anterior perdí(mos) a una compañera muy importante de nuestra generación: Por ello decidimos reunirnos y no dejar que el tiempo nos alejara; reunir 30 y tantas personas no es nada fácil, y mas cuando mas de una lleva un ritmo de vida agitado: Fuimos bastantes, no recuerdo el número.

Vanidad aparte, los 5 , casi 6 años que han pasado no se nos nota: de hecho hasta el trato y los apodos entre nosotras siguen siendo casi los mismos. Como es de esperarse algunas se están por gradurar, muchas ya tienen trabajo, han viajado, se han enamorado, han tenido logros envidiables y han modificado su pensamiento. El caso mas particular fue una compañera que llegó al curso mas o menos en cuarto de primaria, nos llevaba casi dos años de ventaja: Diana, o la abuelita del curso, era el tipo de jovencita cuya energía era imposible ignorar.
Diana había tenido que omitir dos años de su vida escolar, así que la distancia con nosotras (además de su estatura) era evidente; y aún así se convirtió en una de las mas queridas del curso. llegamos con ella a bachillerato donde nuestras metamorfosis serían mas drásticas: Ella pasó de candy a hippie, a niña yogi, a lectora empedernida , y allí , en ese punto, nuestra vida escolar finalizó. Lo único que sabía de ella era por las redes sociales, y lo que encontraba me impactaba un poco.
La hora de reencuentro era de 20:30 a 21:00: Cuando yo llegué habían varias compañeras reunidas, todas escuchando atentamente a Diana. Tras saludarlas a todas y sentarme al lado de una amiga me dispuse a escuchar: "la homosexualidad no es natural, no es cosa de Dios" Mi amiga me miró esperando respuesta o reacción alguna, yo sólo le pregunté con algo de picardía: "¿Desde cuándo se tomó la palabra?"
Lo que ella llamó "experiencia de vida" duró hasta las 21:40, mas o menos, habían llegado mas compañeras y habían roto un poco la historia con algo de humor (que diana intentaba tomar con risa para luego continuar) Mi amiga, eterna impaciente desde que la conozco, aprovechó un momento de risa y exclamó: "¡Diana, pero si Luisita es atea!" Entre carcajadas y miradas yo sólo esperaba la reacción de Diana. Suponía que me trataría de analizar, o convencer, o invitar a su iglesia, que se yo. En cambio, apenas sentí que ya no habían tantas voces se limitó a decir " bueno, estás en tu derecho de criticar y juzgar" y continuó su historia. Ella terminó de hablar, luego fuimos a comer y bailar (menos ella), en ningún momento dejó de ser conmigo aquella adorable jovencita que preguntaba por mi familia y recordaba las tardes en mi casa.
Me sorprendió bastante: Su visión es muy tradicional (y hasta radical), cero alcohol, drogas,homosexualidad, rumba, adulterio, mas gratitud, fe , oración... Y sin embargo sostuvo su calma y no intentó insultarme,convencerme o decirme que mi postura espiritual es producto de algo que falla en mi (como me ha sucedido bastante). Me sentí algo mal por ser tan desconfiada de alguien que conocí hace tanto. 
Debo decir que su postura representa todo lo que lucho, y cuando tiempo atrás me pidió ayuda para su viaje al encuentro de juventudes cristianas me negué completamente: Renegaba con mis pares de desconocer a la nueva Diana, y me ofendía que su vida tornara ahora alrededor de su fé. sentía que su inteligencia se desvanecía con cada apoyo al papa que profesaba. Intento admitir mis derrotas, y esta vez lo hago con total calma.
Diana me recordó poner en práctica lo que tanto pedimos los ateos: No juzgar por la condición religiosa o espiritual. Obviamente ambas distaremos y si nos pusieran solas en un cuarto sería una discusión interminable; y como la conozco esperaría nunca encontrármela en un debate: su insistencia es tan fuerte como la mía. Los ateos pedimos que se respete la diversidad, más a veces recordamos que quienes nos animaron a pensar o representan importancia en nuestras vidas son de credos religiosos: Con esto no  defiendo a la fe católica, ni mucho menos, pero muchos solemos olvidar que muchos creyentes piensan mas de lo que creemos, y que nunca han intentado juzgarnos por nuestra elección.
Pienso, como conclusión, que a veces olvidamos que la verdadera lucha es contra la institución y el estado supuestamente "laico", recuerdo que mujeres como mi mamá, quien es abogada, tiene ideas de igualdad y libertad que incluso Diana no compartiría, y aún así asiste a misa con mi abuela cada domingo. No sería capaz de condenar a mi mamá o a mis compañeras de curso a una discriminación por su condición religiosa, mas teniendo en cuenta que ellas tampoco lo han hecho, y se que muchas ateos y agnósticos lo tenemos en mente, pero es necesario recalcarnos diariamente que lo que defendemos es el derecho a dudar, a decidir y a vivir libres... Que nuestra lucha y nuestro sentido siga permitiendo a personas, como mi mamá o mis compañeras, a vivir su fe a su manera y nuestras creencias como consideremos correcto.

"Estoy en desacuerdo con tus ideas, pero defiendo tu sagrado derecho a expresarlas"
Evelyn Beatrice Hall








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